Mi cabeza está en ebullición, novia, yo, la novia de este hombre tan guapo.
Pero en cuanto a carácter, es un cerdo.
- ¿Aceptas ser mi novia?
- Eh, ¿puedo tener un tiempo para reflexionar?
- ¡No!
- ¿No?
- ¡No!
- ¿Por qué? Tengo derecho a reflexionar sobre tu propuesta.
- Tienes cinco minutos.
- ¿Qué?
- Deja de repetir eso cada vez.
- Pero no puedes pedirme que te dé una respuesta ahora.
- Sí puedo y lo hago.
- Muy bien, como me obligas a responderte ahora, rechazo tu propuesta.
- ¿Qué?
- ¿Qué! ¿Qué?
- ¡No puedes rechazar!
- ¿Y por qué? Sabes, idiota, pedí un tiempo de reflexión, es tomarlo o dejarlo.
De todas formas, según él, me pide,
mientras que yo sé muy bien que todo esto es para ver mis interiores.
Tengo que aprovechar la ocasión. Hacer que dure el suspense,
Que lo haga languidecer, que babeé.
Pero, ¿cómo hacer que alguien como él se pliegue? Que cree que todo le pertenece. Que no acepta un NO como respuesta. Debo ser muy inteligente en esta historia. Sé lo que él quiere.
Pero y