Capítulo 15: Nuevo comienzo

Ariane

Efectivamente, hace 48 horas que estoy encerrada aquí, no ha venido a verme ni una sola vez, Marianne viene a verme mañana y noche, incluso me ha traído comida a escondidas. Hemos charlado un poco, me dice que Marco le hace efecto, y que tiene la impresión de que es recíproco.

Oigo pasos en el pasillo, luego un par de zapatos, piernas, muslos musculosos, un abdomen, pectorales de ensueño, luego la cara del idiota. Me sonríe, abre la puerta y dice:

- Ciao mio caro (hola mi querida), ven, te acompaño a tu habitación para que te des una buena ducha.

Lo sigo sin decir nada, porque si abro la boca!!!! puedo decir cosas no muy bonitas, y como no tengo ganas de quedarme mucho tiempo más en esta celda, prefiero quedarme en silencio. Cuando recupere fuerzas, sabré cómo responderle sin que me envíen a dar una vuelta en la celda.

Me levanta como a una novia, para dejarme en medio de mi habitación.

- Tómate una ducha, una empleada vendrá a servirte de comer, cuando hayas descansado bien, puedes unirte a mí en mi oficina.

Le respondo asintiendo con la cabeza, todavía no he digerido lo que me hizo, voy a tomar una ducha bien caliente, después me haré un baño con sales de baño relajantes, para poder disminuir un poco la incomodidad de mi cuerpo.

Después de una hora de relajación, finalmente salgo de la ducha, hay una bandeja sobre la mesa (una pequeña mesa para comer de cuatro personas está en mi habitación con una hermosa terraza).

Me visto ligeramente y me siento a la mesa.

Hum, muy bueno, debo felicitar a la cocinera, hum delicioso, sabe lo que hace.

Después de esta buena comida, me quedo dormida satisfecha, hum la vida es hermosa, es hora de dormir, voy a recuperar todo ese tiempo de sueño.

Me despierto y veo que es de noche, he dormido durante mucho tiempo, me estiro, me siento descansada. Bueno, es hora de ir a ver al señor idiota.

Salgo de la habitación y me dirijo hacia el sonido de los ruidos que escucho. Me encuentro en un gran salón.

Está el idiota, Marco, Philippe, Hernández y Marianne. La conversación parece alegre. Se callan, el idiota se acerca a mí para guiarme hacia el comedor.

- Has llegado en el momento justo, es hora de comer.

- Buenas noches Ariane, ¿bien descansada? me pregunta Marco.

- Muy bien, gracias.

- Buenas noches Ariane,

Marianne se lanza a mis brazos.

- Dios mío, qué alegría que estés bien, mi querida.

- Sí, estoy bien, ¿y tú?

Me mira sonrojándose.

- Tengo la impresión de que alguien ha hecho travesuras.

- No, nada de eso.

- Espero que no, porque si no, lo lamentarás.

- No, mamá, no he hecho nada malo.

- De acuerdo, me dirás todo lo que me he perdido.

Philippe y Hernández también me saludan.

Nos vamos al comedor.

Es realmente grandiosa esta sala, con un candelabro en el techo, es el candelabro más grande que he visto.

En medio del comedor hay una mesa para veinte personas, en ambos extremos de la mesa tenemos dos sillas largas como sillones con ornamentos majestuosos. El idiota ocupa un lugar al final de la mesa y me señala a su derecha para que me siente allí. Me siento a su lado, Marco se sienta al otro lado, Marianne se sienta a mi lado, Philippe y Hernández se sientan al lado de Marco.

Cuando todos están sentados, una mujer de unos cincuenta años viene con una bandeja, acompañada de seis mujeres que traen comida y bebida, la comida podría alimentar a unas treinta personas.

Me pregunto qué harán con el resto de la comida, ¿la tirarán o se la darán a los más necesitados? Como tengo hambre, como con apetito, la atmósfera es tranquila y relajada.

Después de la comida, subimos todos juntos a su oficina que está en el segundo piso.

Él se sienta y me pide que haga lo mismo. Así lo hice, él toma la palabra:

- Quería hablar contigo, para que partamos sobre nuevas bases, que tomemos un nuevo comienzo.

Me siento cómodamente en el sillón, ansiosa por saber qué quiere decir con eso.

Ariane

Él se sienta y me pide que haga lo mismo. Así lo hice, él toma la palabra:

- Quería hablar contigo, para que partamos sobre nuevas bases, que tomemos un nuevo comienzo.

Me siento cómodamente en el sillón, ansiosa por saber qué quiere decir con eso.

Cruzo los pies y escucho.

- Comenzamos mal, fui demasiado brusco en mis palabras, no era mi intención.

- En otras palabras? ¿Son disculpas o no?

- Son disculpas.

- No, no son disculpas.

Sí, lo son.

- Entonces tendrás que hacerlo mejor que eso.

- Bueno.

- ¿Sí?

Por dentro, estoy disfrutando, ah, qué bueno es tener un poco de poder, aprecio este momento único.

- Eh, sí, estoy esperando.

- Me disculpo.

- Pero no he oído bien, mis oídos están un poco raros.

Él habla más fuerte, muy incómodo.

- Me disculpo por haberte hablado mal.

- ¿Solo por hablar?

- Sí... no... también por el maltrato, así que, ¿me disculpas?

- Muy bien, ya que debemos partir sobre nuevas bases, acepto tus disculpas.

- ¿No te disculpas también?

- ¿Por qué?

- Es por tu comportamiento que reaccioné así, de lo contrario, normalmente soy muy dulce.

- Eso está por verse.

- ¿Perdón?

- Ya te he perdonado.

- Estás empezando a molestarme.

Te llamé también para hacerte una pregunta.

- ¿Eres virgen?

- ¿Qué es esa pregunta?

- Pensé que la razón de tu rechazo podría ser eso, que seas virgen.

- Creo que no te concierne.

- Sí, me concierne, cuando vayamos a tener sexo, lo seré.

- Pero, por ahora, no está en la agenda. Dada tu actitud.

- Muy bien, quería saber si querías ser mi novia.

- ¿Qué?

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