Ariane
Con mis maletas en mano, bajo las escaleras.
- Ariane, por favor, no hagas esto, ¿me vas a dejar sola aquí?
Miro a Marianne y le digo:
- Nunca estarás sola, ya que estás casada y tienes a tu hijo. Mantendremos el contacto. Pero no quiero que él sepa dónde encontrarme, de todos modos, tú tampoco lo sabrás. Continúo mi camino, en la carretera veo a Philippe, Marco y Fernández, me miran con ojos llenos de lágrimas:
- Por favor, sé que lo que hizo es muy grave, pero hablaremos, por favor. Philippe me bloquea el camino hasta el coche.
- Ariane, sabes que él no es él mismo si no estás a su lado, interviene Marco.
- Déjame pasar, si no, alguien más recibirá las balas.
- No la dejes ir.
Miramos a Auracio bajar con dificultad las escaleras. Pierde mucha sangre.
Sus amigos corren para acercarse a él, aprovecho para tomar el coche y abro electrónicamente la puerta. Lo oigo gritar:
- ¡Atrápala, no la dejes salir!
Ya estoy lejos. Conduzco a toda velocidad. En la carretera llamo a una de mis