Un duelo
Apryl
Lo miro intrigada, ¡no sabía que era tan rencoroso!
- ¿No me vas a hacer eso? ¡Por favor, no eso!
- ¡Todavía estoy esperando mis disculpas!
- ¿Qué disculpas?
- ¡Tú sabes lo que veo! Él se coloca entre mis muslos, sus ojos brillantes de deseo me dicen que no está para nada saciado. Lo que acaba de hacer, no es más que el aperitivo, queda el plato principal y el postre.
Sus dedos se hunden en mi vagina, me mira a los ojos y sigue acariciando. Cierro los ojos, ¡es tan bueno!
- ¡Abre los ojos, mírame! Quiero contemplarte, eres tan hermosa cuando estás en este estado: Te entregas a mí cuerpo y alma. Tus ojos llenos de deseo me lanzan mil fuegos. Tu cuerpo es tan receptivo que con solo un roce ¡se enciende la pólvora!
Me lamo los labios, él se inclina para besarme tiernamente. Sus manos continúan su ritmo, se me escapan gemidos, juega con mi clítoris lo que me envía descargas eléctricas por todo el cuerpo. Estoy tan cerca...
- Estás tan cerca, ¿verdad?
- Sí... sí... no te det