CAMERON
Hiraeth estuvo en un pequeño caos por unos días, pues las revelaciones estaban a la orden de cada una de las transmisiones, y además se encontraron muchas cosas, entre ellas el cuerpo de Jacob en una de sus casas cuando fueron a revisar.
Jacob, Henry, Rosemarie… tres personas que ya no vivían. Lidwien, una extraña en medio de todo esto.
Quizás las prisas de la vida, tener un hijo o planificar mil cambios y una nueva estructura para el país hicieron que el tiempo corriera más a prisa, y antes de darme cuenta ya habían pasado dieciocho meses, y el momento había llegado.
Hoy era un día grande, uno que estuve esperando por mucho tiempo, y vaya que me encontraba emocionado.
—Viejo, ¿estás nervioso?
Desde el costado, en la sala del área de invitados principal del Palacio, escuché la voz de un Blake que me miró y sonrió.
—Sería extraño si no lo estuviera —intervino Tom, que se acomodaba la chaqueta del uniforme que hoy lucía.
—¿Memorizaste tus votos, Cameron?
—No necesita memorizar n