—Si papi, ¿podemos dormir contigo? —pide Antonella con un puchero.
—¿Y dónde dormirá su madre? —Claro que la cama era lo suficiente grande para que durmiéramos todos, pero Sam y yo somos pareja, necesitamos privacidad por las noches después de un día duro de padres.
Samantha.
—Hola Patrick. —Saludo a mi jefe cuando lo veo en la oficina.
—Hola Sam, disculpa la hora. —Me regala una sonrisa penosa.
—No se preocupe. —Le sonrío y luego camino a mi oficina para buscar los libros.
Escucho unos pasos detrás de mí, pero no les doy importancia, seguramente Patrick me dirá algo.
—Estas mal gastando pasos, porque yo tengo los libros —se burla y eso hace que me detenga.
—¡Oh, claro! —Me volteo para encontrarlo con unos cuantos manuscritos.
—¿Cómo están tus hijos? —me pregunta de ida acompañándome a la salida.
—Están bien, Alessandro llegó a casa y bueno, ahora deben estar durmiendo muy felices —dije muy alegre.
—¿No crees que Alessandro ya debería madurar? —presiona el botón del ascensor y lo mir