Capítulo 66— No soy el mismo
Narrador
Eira lo miraba desde su asiento, aún con la respiración agitada. La escena que acababa de vivir la había dejado temblando, pero no vencida, al contrario, la despertó. El poder de sentirse deseada, de perder el control sin miedo, la hizo querer más.
Adams la observaba sin decir nada, con el brazo aún sobre el respaldo del asiento, el pulso en el cuello vibrando como una advertencia.
Ella se incorporó de golpe. Lo tomó de la camiseta y lo besó con hambre, sin suavidad, mordió, lamió, empujó. Y mientras lo besaba, una mano suya ya bajaba.
Metió los dedos por debajo del elástico de su pantalón y lo encontró ahí; duro, caliente, palpitante. Le encantó sentir cómo se tensaba al instante, cómo soltaba un suspiro apenas audible.
—Ahora te toca a ti quedarte callado
Susurró ella, sin dejar de mirarlo. Metió el resto de la mano lentitud, dejando que la ansiedad se acumulara. Lo liberó, sacándolo, y lo sostuvo con la mano abierta, rodeándolo completo