Capítulo 33— Riesgos
Narrador
La noche apenas iniciaba, y el frío parecía no dejar de azotar aquella inolvidable cabaña.
Eira se estremeció apenas. El fuego del hogar lanzaba reflejos danzantes sobre su piel, pero no era eso lo que la hacía temblar. Killian se acercó en silencio, como si supiera. Como si aún pudiera leerla.
Eira ni lo miró cuando le puso la manta sobre los hombros. La aceptó en silencio, sintiendo el roce de sus dedos en la nuca, tan leve como una amenaza. El fuego del hogar lanzaba sombras anaranjadas sobre su piel. Sabía que él la estaba mirando. Como antes, como siempre, como si pudiera verla desnuda sin quitarle la ropa.
—Estás temblando, Eira.
Murmuró Alde, sin necesidad de acercarse más, pero sin poder dejar de verla.
—Ya pasará, no te preocupes.
Pero Killian no era de los que se quedaban quietos. Se sentó junto a ella. Tan cerca que pudo olerlo. Ese maldito aroma que le nublaba el juicio, como si su piel aún lo recordara mejor que su memoria.
Él no pr