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Héctor

Hay algo en ella que no encaja. Desde hace días… tal vez semanas.

Seraphina siempre ha sido reservada, sí. Disciplinada, centrada. Pero últimamente… sus silencios son más prolongados, sus ojos están más perdidos, como si viera cosas que no entiende. No es miedo, no exactamente. Es duda, es desconcierto. Y eso me pone en alerta.

Cuando la vi salir esta mañana, supe que no era una salida cualquiera.

No avisó a nadie. Ni una palabra al equipo. Y lo peor: iba armada. No como una cazadora que va a cumplir una misión, sino como alguien que teme lo que puede encontrar. Su chaqueta cubría la funda del arma en su cadera, pero yo lo vi. Y también vi cómo miraba alrededor, nerviosa. Sospechando que alguien la siguiera.

Y sí, alguien lo hacía.

Yo.

La seguí a cierta distancia, entre los autos, las sombras, el caos matutino. Mantuve el ritmo sin ser visto. Dobló por una calle tranquila y entró a una pequeña cafetería de fachada discreta, el tipo de sitio al que no va cualquiera. Me