28. No llegué a tiempo
28
Blake
Vi el reloj por quinta vez en menos de diez minutos y solté un suspiro. Marqué su número otra vez, y como las anteriores, no contestó. Me pasé la mano por el cabello, ya ansioso.
—¿Dónde estás, enana? —murmuré. ¿Estarías en camino o jamás saliste de la cama?
Me preocupaba. Mucho. La última vez que la vi parecía una sombra de sí misma, y eso me carcomía por dentro. Me hacía sentir un inútil. Yo debía protegerla, cuidarla… no verla así, rota.
Apreté los puños sobre el escritorio, sintiendo el calor subir por mis venas.
Ese imbécil que la dejó en ese estado se iba a ganar perder unos cuantos dientes. O más que eso.
—Nadie hace llorar a mi hermanita y se queda ileso —gruñí entre dientes.
Me levanté decidido. Iba a bajar y le iba a avisarle a Malena, mi asistente, que Sera vendría. Pero su escritorio estaba vacío. Fruncí el ceño. ¿Dónde se había metido?
Justo cuando iba a marcarle, me llegó un mensaje del equipo de seguridad.
"Una mujer intenta ingresar sin autorización. Se niega