Darek Adams
Ha pasado una semana desde que Litza y yo estamos peleados, no duerme en nuestra habitación y eso me está matando desde adentro. Odio esta distancia que sea formado entre nosotros, no quiero tampoco presionarla y menos estando ella embarazada.
Suspiro mirando el techo del aposento, me paso en vela toda la noche hasta que puedo pasarme por su habitación y verla dormir unos minutos. Llevo mi vista al reloj digital 2:32 A.M. por lo que me levanto para ir hasta su habitación, no hago ruido alguno y me siento en el sofá frente a su cama.
Su rostro relajado mientras que sus manos se encuentran sobre su abultado vientre, ella sin duda parece una loba protegiendo a sus cachorros. Suspiro, me pongo de pie y me acerco para cubrirla con la colcha, beso su frente y al erguirme su mano sujeta la mía.
—No te vayas —susurra adormilada, no me había percatado de que está despierta, sin decir palabra alguna subo a la cama para recostarme detrás de ella. La abrazo hundiendo mi rostro en l