Luego de que Zoe dijera aquellas palabras, Robert levantó su teléfono y le dijo a Carlo que un jet estaría esperando por él para llevarlo a Londres. Sin decirle nada, Carlo se presentó en la casa y solo se largó a llorar como un niño al ver a su tío vivo.
Cuando Zoe le contó la verdad de lo que había pasado y lo que ella pensaba hacer, Carlo solo se paró, extendió su mano al frente y le dijo.
«—Mi juramento sigue vigente… aunque sea mi propia familia, juré vengarte, y eso es lo que haré.»
Luego de eso todo había sido planificar la llegada de Zoe y todos coincidían en que tenía que ser espectacular, a lo grande, que no dejara duda alguna de su poder ahora y que si se metían con ella, estaban en serios problemas.
Carlo está concentrado en su plato, al día siguiente partirá de regreso y están afinando los últimos detalles para que Zoe vuelva a Italia.
—¿Pasa algo? —le pregunta Zoe sentándose a su lado.
—Se me acaba de ocurrir algo magnífico… podría «venderte» la mansión del abuelo.