Brenda subió al auto cuando su esposo se lo indicó, asegurándose de colocarse el cinturón de seguridad antes de que se pusieran en marcha. Durante el trayecto, notó el silencio profundo que Haidar mantenía. No era común que él estuviera tan callado, y eso despertó su curiosidad. Parecía que algo le estaba afectando, pero no quería arruinar el día con preguntas innecesarias. Quizá todo era un invento de su cabeza.
Al final decidió hablar.
—Estoy muy emocionada por este día. Comprar cosas de bebé… nunca creí que podría ser tan emocionante —admitió con una sonrisa cálida.
Haidar la miró de soslayo, una ligera sonrisa apareció en sus labios.
—Tampoco creí que terminaría involucrándome en algo como esto. De haber sido de otra forma, probablemente habría encargado a alguien más que se ocupara de estas cosas. Pero… sin duda, no hay nada mejor que hacerlo nosotros mismos.
—Es lo bonito de todo esto —contestó Brenda, animada—. Podremos escoger ropa para ambos sexos: para nuestras niñas y nues