Haidar, tras terminar su jornada de trabajo, se dirigió a buscar a Brenda como habían acordado. El motivo no era otro que prepararse para la gala benéfica del día siguiente. Brenda, aunque no deseaba ir, sabía que no tenía otra opción. Era una orden directa de Haidar, recordando el contrato firmado, estaba atada a él y sus demandas.
Cuando subió al auto, su expresión lo decía todo. Estaba seria, con los labios apretados y la mirada perdida en la ventana, como si quisiera estar en cualquier otro lugar menos allí. Haidar, quien conducía en silencio por unos minutos, desvió la mirada hacia ella y soltó un comentario frío y directo:
—Quita esa cara. Al menos finge una sonrisa o algo.
El tono autoritario de su voz la sobresaltó. Brenda lo miró de reojo, sintiéndose confundida. ¿Cómo podía ser amable en un momento y tan duro al siguiente? Sin responder, simplemente entrecerró los ojos y volvió a mirar por la ventanilla polarizada. Sabía que discutir no servía de nada.
En poco tiempo, llega