Juliette Moreau

Encontrarme con Ian es lo último que se me habría pasado por la cabeza. Ni siquiera había pensado en él desde hace años, más de los que puedo imaginar. Y que nos hayamos reconocido y encontrado después de tanto tiempo parece una broma del destino.

Voy en su auto, sintiendo que él me mira con la misma sonrisa encantadora que no ha perdido.

—Esto es una locura —menciona mientras pasa su mirada de la carretera a mí—. No supe más de ti después de los dieciocho. Simplemente desapareciste después de mandar un mensaje pidiéndome disculpas y diciendo que todo había acabado. Rompiste mi corazón.

Sé que fui una perra por la forma en la que me despedí de él, pero también sé que a la semana me había reemplazado con Cecilia Bell.

—¡Oh, sí, por supuesto! Y Cecilia Bell lo arregló una semana después —me burlo de él.

—Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer —se justifica y yo no puedo evitar girar los ojos.

Había olvidado lo bien que se siente estar relajada y no pensar tanto