Después de que se declaró que Owen no podía donar médula ósea a su hermana mayor, Elea reflexionó mucho.
Nadie le había contado a Owen sobre los resultados de su examen, por lo que el joven actuó de manera relajada y volvió a sus actividades normales. Owen pensó que podía salvar a Elea de la grave enfermedad que padecía su hermana mayor, por lo que se sintió aliviado y seguro de que Elea se curaría pronto.
"Hermana, me voy a la escuela, cuídate, ¡no olvides tomar tu medicina y comer!", le dijo Owen mientras tomaba su bolso y se tomaba el tiempo para besar la frente de Elea.
"¡Llegaré pronto!", exclamó Owen mientras se iba seguido por la sonrisa de la tía Marley.
"Ah, ese niño está tan entusiasmado! Realmente ama a la señorita Elea", dijo la tía Marley con diversión.
Elea sonrió levemente al ver la partida de Owen y luego trató de terminar su desayuno que aún era mucho.
"Señorita, ¿qué.... Dios mío, Señorita!", la tía Marley gritó y luego tomó un pañuelo y tapó la nariz de Elea que san