Cuando Keff insistió en llevar a Elea a casa, la condición de la mujer seguía sin cambiar. Elea seguía inmóvil, aunque sus dedos empezaban a hacer pequeños movimientos. Tampoco hablaba, incluso después de ser trasladada a la habitación de invitados de la casa de los Abelard, que ahora era su habitación de cuidados. Dos enfermeras se turnaban para cuidar de Elea, y el médico siempre estaba alerta para revisarla y controlar su estado.
"Elea, debes ser fuerte, vuelve, cariño", dijo Keff mientras visitaba a Elea, quien seguía acostada sin hablar.
"Elea, eres genial por haber vuelto después de tanto tiempo dormida. ¿Qué soñabas para ser tan difícil de despertar?", bromeó Ray con Elea, quien solo lo miraba en silencio.
Aunque no hablaba ni respondía, Elea estaba procesando su entorno, que le parecía extraño. Le costaba distinguir entre el mundo de los sueños que había experimentado durante el coma y el mundo real que ahora enfrentaba. Varias caras pasaban por su mente, pero solo había una c