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Ana.
―Es un placer volver a verte, Ezra―le digo con una sonrisa y él me la devuelve―me gustaría saber en dónde está Levan, si me puedes ayudar―le pregunto directamente, quien tiene mejor actitud que el tonto de Amadeo.
―En seguida lo mando a llamar―me dice y de inmediato le ordena a sus hombres.
Entonces, lo veo.
Está más alto que Lennon, y ahora que es mayor, se parece más a su padre.
Y me lleno de nostalgia, al recordar a mi pequeño cuando todos vivíamos en Luna Creciente, así que me acerco a él para comprobar que es cierto, que está frente a mí y que no es otro de esos sueños que me torturan sin cesar, preguntándome en dónde se encuentra
― ¡Mi Levan! ―le digo toda emocionada y por un momento, el titubea.
― ¿Mamá? ―me dice aún anonadado y luego mira a mi lado― ¿Lennon? ―lo llama, aún desconcertado.
―Pero ¿Cómo has estado, mi dulce niño? ―le pido saber, luego de que nos separamos y él respira profundo― ¿te han tratado bien? ―le digo.
―Sí, mamá―me contesta casi como si fuera un mi