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Ana.
Entonces, lo escucho hacer un bufido, como si mi presencia le incomodara, y si no tuviera que quedarme a esperar a que llegue el otro vehículo con Cinthia y Lennon, me hubiera ido a esperar a Peyton a cualquier otro sitio.
Es cuando lo veo meterse la mano en el bolsillo y sacar unas fotos las cuales me muestra de inmediato.
En los retratos aparecemos Lennon y yo a lo largo de los últimos años, como si este hombre fuera una especie de voyerista o algo peor, lo cual me hace temer por mi pequeño.
Así que lo miro muy bien a la cara y me paralizo por un momento.
― ¿Amadeo? ―le digo anonadada, ante la última persona que estuvo a cargo de mi hijo mayor, Levan― pensé que tú y todos habían muerto―le digo aún estupefacta.
―Pues, ya ve que no es así―me contesta, resoplando con fuerza.
― ¿En dónde está mi hijo Levan? ―le digo, mirando a uno y otro lado, por si puedo verlo en alguna de las columnas del gran salón a él... y a su padre.
Y me llevo una gran decepción.
―Dime por favor, cómo h