POV Agatha:
La calidez de los brazos de Charles a mi alrededor en aquella caótica sala de urgencias, la sólida sensación de su pecho contra el mío, había sido un refugio momentáneo y engañoso.
Era el miedo primario hablando entonces, el alivio de verlo vivo, la innegable atracción de una conexión que se negaba a ser cortada, por muy desgastada o tóxica que se hubiera vuelto.
Pero de vuelta en la estéril grandeza de su penthouse, con la adrenalina desvaneciéndose y la realidad de nuestra situación volviendo a estrellarse, la ilusión de seguridad se hizo añicos.
Le habían dado el alta solo unas horas después de que corriera al St. Jude's.
"Lesiones superficiales", había dicho el médico, "una leve conmoción cerebral, algunos hematomas". Pero mirándolo ahora, paseando por la longitud de su enorme salón como un tigre enjaulado, con el brazo en cabestrillo, un hematoma lívido floreciendo en su pómulo, "superficial" parecía una burda subestimación.
El ataque había sido real, violento. Y lo h