En cuanto llegan a San Luca, no pierden tiempo. Tienen una respuesta que dar y, luego de dejar a los rusos sin su líder, han quedado con la ventaja moral de permanecer unidos y con su señor.
Renatto ordena a un grupo de hombres que aseguren la vieja cabaña en el bosque, en donde Isabella mantenía oculto a Alain.
—¿Vas a enviarlos allá?
Renato la observa, porque lo que le tiene que decir no le gustará a su mujer.
—Sí, pero quiero que tú vayas con ellos.
Isabella lo ve a los ojos, un miedo que antes no había visto está en ellos, pero dejarlo solo en la última parte de la batalla no es opción.
—No me pidas que te deje solo, porque no lo haré. Antoine se quedará con ellos y yo iré contigo.
—Isabella, podemos morir…
—Moriremos juntos. Nuestros hijos comprenden que debemos