Catherine estaba decidida a que sin importar si su hijo y ella sobrevivían o no, Thomas jamás supiera la verdad. No merecía conocerla, no después de lo que acababa de hacerle y es que su trampa había causado que se encontrara en ese estado.

No tenía idea de si había sido a causa del golpe recibido, al susto o a todas las emociones vividas esa noche. Lo único que tenía en claro es que, de no ser por él, por su deseo de lastimarla; la vida de su hijo no se encontraría en peligro.

—Nuestro matrimonio no es real —le confeso.

—¿De que estas hablando? —trato de entender su nana.

—La verdad es que nuestro matrimonio no es y jamás ha sido real, al menos no de la forma en que importa —reconoció.

—Él no deseaba casarse conmigo, se vio obligado a hacerlo y me odia por eso—le revelo.

—¿Obligado? —indago sorprendida y es que, ante sus palabras; en lo único en lo que podía pensar era en que habían cometido alguna clase de indiscreción.

Catherine no tardo en darse cuenta lo que parecía esta