James se quedó helado de pie en el pasillo.
Sintió como si le metieran la mano dentro del pecho y le arrancaran algo con saña y mucho dolor, necesitó tomar aire y recostarse a la pared llevándose la mano al pecho mientras se repetía a sí mismo que estaba equivocado y que tenía que darle a Isabella su libertad, después de todo, él había sido el culpable del mal entendido que la había alejado. ¿Pero Mikel? ¿En serio? ¿No lo odiaba? ¿No se suponía que se estaba vengando de él?
Isabella llevó las manos hasta la corbata de Mikel, mientras el idiota la miraba como si fuera un filete a medio cocer, jugoso y apetitoso.
Las manos de Isabella acariciaron suavemente el cuello de su camisa y arreglaron con agilidad el nudo de su corbata, para luego descender a lo largo de la prenda en un movimiento seductor e insinuante.
— Ser&aac