Capítulo245
Finalmente, al alojarse en una posada, cuando Benito extendió la mano para ayudar a Isabella a bajar del carruaje, Raulito reunió todo su valor, bajó del vehículo temblando y se colocó entre ambos, extendiendo los brazos para proteger a su tía. Su mirada estaba llena de hostilidad hacia Benito.

Raulito temblaba de pies a cabeza; sus delgadas piernas parecían incapaces de sostenerlo y sus labios temblaban mientras emitía sonidos ahogados para intentar alejar a Benito.

Benito e Isabella intercambiaron miradas de pregunta por lo que estaba sucediendo. ¿Qué estaba pasando?

—¡Caramba ya sé por qué! —exclamó Isabella, golpeándose la frente al recordar algo. Raulito no sabía que ya no era la esposa de Theobald, ni que estaba comprometida con Benito.

Esa noche, la tía y el sobrino se sentaron juntos en la cama para hablar.

Isabella sabía que ya no podía tratar a Raulito como a un niño pequeño. Después de haber sobrevivido en las calles como mendigo, entendía muchas cosas. Solo era cuestión de
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