Capítulo212
A altas horas de la noche, finalmente estalló todo. La señora Minerva se sentía agotada hasta el extremo y se dio la vuelta para salir de la habitación.

Detrás de ella se escuchaban gritos, voces de hombres y mujeres, acompañadas por los chillidos de Manuela. La señora Minerva caminó lentamente hacia el salón principal del patio interior. En el pasado, Isabella solía sentarse en aquella silla, presidiendo los asuntos domésticos.

Los asuntos familiares eran complicados, pero ella siempre tenía paciencia, tratando a todos con amabilidad. Y más aún cuando su suegra enfermaba por las noches, ella la cuidaba toda la noche sin dormir. Al día siguiente, sin descansar, hacía lo que debía hacer, como si nunca se cansara. Pero, ¿quién no se cansa? Solo era cuestión de aguantar con todas sus fuerzas.

La señora Minerva antes no lo entendía, pero ahora ya lo entendía todo.

Agotada, se dejó caer en la silla, observando el salón vacío. Para ahorrar aceite, solo había una lámpara encendida en el corre
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