52. EL CLARO EN EL ESPESO BOSQUE
ELLA
Ragnar estaba de espaldas dando indicaciones a algunos guardias, pero yo solo miraba su enorme espalda, como los músculos ondeaban en cada movimiento y otros se hinchaban gruesos, me relamía los labios con hambre.
Lo vi enderezarse a toda su altura, miró sobre su hombro hacia mí con furia; tenía encendida la mirada, esos ojos azules glaciales que me encantaban. Podía pasar la eternidad mirándolo, cada vez que se abría la camisa, cada vez que se arrancaba el pantalón o rugía para liberar su furia; pero en especial cada vez que su enorme mano emitía tan tersas caricias o esas tiernas miradas como cielo despejado cuando me abrazaba contra su pecho.
Toda hembra merecía eso.
Y esperaba que pensara de la misma manera sobre mi.
“¡Ay mierda!, estoy enamorada; muy, muy enamorada”, me frote los ojos antes de echar la cabeza hacia atrás.
-¿Qué pasa?. - La voz de Isabella me llegó suave pero preocupada.
-Luego te cuento. - baje la cabeza, Ragnar ya había terminado de hablar con los guardias