La caída de la Camorra y la Sacra Corona Unita se había esparcido por todo el mundo criminal, dos de las mafias más temidas y consolidadas en el territorio italiano y en toda Europa. Quienes antes tenían pactadas sus sociedades habían dado un paso atrás, teniendo respeto por el que se estaba ganando el título de “El Capo de Capos”, al tener poder, dinero e infundir temor a sus enemigos. Inclusive el de los más grandes, quien dominaba gran parte del territorio y tenía a toda China a su merced, había decidido retroceder y no devolver el ataque que recibió el mismo día en que rescataba a su mujer.

Livia Vescari era el nombre que resonaba en las calles del bajo mundo, volviéndose la mujer más intocable, sabiendo que las consecuencias para quienes la tocasen serían catastróficas.

Y aquella noche, mientras caía una tormenta torrencial, el Shan Chu de las Tríadas Chinas lo supo: nunca debió meterse con lo más sagrado de un Capo, su mujer. Y más si la adoraban como a una deidad.

Matteo, vesti