CAPÍTULO DOCE. CONFUSIÓN.
Carlos Pradím.
— Está bien Charles – levanto las manos ante el espectáculo — cuéntamelo todo de nuevo sin omitir detalles ¡ni uno! – exijo a mi compañero, este pone los ojos en blanco.
— Dos autos lujosos Land Rovers, cinco sujetos esposados y maniatados, nadie dio nombres Carlos, solo dijeron que eran hombres de Nickolay Semionov – repite por tercera vez y yo no entiendo nada aun — se encuentran golpeados y casi inmóviles ya que no solo tienen las esposa puestas, sino que llevan alrededor pegadas con cinta adhesiva de la más resistente: pistolas, rifles y todo tipo de armamento militar – su rostro de confusión casi me saca una carcajada.
Si no estuviese tan confundido como él se me habría sentado en el piso a reírme.
— Llévenlos a las celdas y llamen a un médico antes de que ese sujeto se desangre ¡por el amor de Dios, es un ser humano! – señalo la herida que ostenta uno de ellos en la mejilla, es un puñetazo, pero el sujeto que lo golpeó debe tener por lo menos dos metros para ha