Bianca.
¿Una mujer embarazada? ¿De Giovanni? ¿Otra? La furia subió por mi pecho sin tiempo a que pudiera detenerla. El empleado se fue como si viera mis intenciones desde lejos, tal vez no fueran buenas del todo. Giré la cabeza y me encontré al mafioso con el ceño fruncido.
Oh, mierda. Ese iba a oírme.
¿En serio? ¿Durante mi encierro había dejado embaraza a una mujer? ¡Quería explotar!
Sabía que no iba a estar llorando por mi ni lamentándose, pero no me estaba esto. Lo sentí como una traición que me rebanó el corazón. Había preñado a tres mujeres ya, no si el dónde lo mete hace una goleada magistral. ¡Maldito y mil veces maldito!