Capítulo 10: La que una vez fue una niña risueña

Todos están paralizados en la cocina, escuchando los gritos y la reacción de Nathan, pero nadie puede hacer nada.

Hasta que Steven se cabrea, se pone de pie y camina con decisión hasta el hombre, para luego apartarlo de allí con violencia.

—¡Basta! ¡¿Me puedes explicar qué demonios te pasa con ella?!

—¡Pues esto me pasa! —Nathan le muestra la mano ensangrentada y Steven abre mucho los ojos—. ¡La tomé por el brazo y se quejó! Le pregunté qué le pasó y salió corriendo.

—Porque seguro le preguntaste así… ¡Como un maldito cavernícola enojado! —aparta a Nathan y llama a la puerta con suavidad—. Mía… soy el doctor Sanders, abre la puerta.

—¿Mía? ¿Acaso tuteas a mi esposa? —le dice él molesto y Sanders le dedica una sonrisa de burla.

—Cualquiera que te oiga creerá que estás celoso.

—¿Celoso yo… por ella? ¡Vamos, Steven! Esa muchacha no despierta ni un mal sentimiento, me molesta que tengas esa cercanía con ella, porque sigue siendo mi esposa y quiero que mantengas tu distancia con ell
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