81. yo siempre estaré contigo
Mi mano tiembla mientras le hago señas a un taxi que se acerca. Tal vez sea por la charla con David, o por la culpa de mentirle a Ethan, pero el corazón me late a mil mientras guardo el móvil y veo el coche parar frente a mí.
Minutos después, voy rumbo al piso de Ethan, preparándome para lo que sea. El conductor intenta sacar plática, pero mi cabeza está demasiado lejos para seguirle el rollo.
Cuando frena delante del edificio, no bajo de inmediato. Solo miro hacia arriba y veo las luces encendidas en su apartamento, imaginándolo allí, seguramente esperándome para hablar.
Quizá sea sobre Seattle, o quizá haya pillado que le mentí. Pero ahora, estando aquí, siento que se me escapa el valor. No estoy en condiciones de hablar. No cuando puedo mandarlo todo a la mierda.
—Siga, por favor —le pido al taxista—. Lléveme al Navy Pier.
El viejo conductor frunce el ceño, confuso, mirándome por el retrovisor. Luego asiente y arranca de nuevo. Apoyo la cabeza en la ventanilla, veo la ciudad pasar