Capítulo 35

En cuanto los pasos se escuchan acercándose, reviso el reflejo del parabrisas del auto estacionado a un par de metros, constatando que es el infeliz, por lo que me separo del muro y me encamino hacia el interior del callejón, sabiendo que él me sigue mientras me adentro más y más en el estrecho espacio, directo hacia la parte trasera del local. Si tengo que encargarme de un idiota, mejor que no sea con público expectante. Los de seguridad están esperando en el auto que está en la esquina, me aseguré de que no me vieran, no me interesa que intervengan luego de lo que pasó la última vez. Por suerte, por orden del Presidente, a raíz de mis condiciones, tengo mi espacio para maniobrar con tranquilidad, como ayer en el gimnasio, cuando estuve sola esperando. 

En cuanto llego al final, doblo para salir de su vista y, rápidamente, dejo el bolso a un costado, esperándolo a que apare

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