—¡¡Quiero que la tumbes ya!!—gritaba sin parar.
—¿¡Lo quieres intentar!? Es una maldita máquina de matar—le contestó el chico.
Se lanzó en zig zag hacia mí con velocidad otra vez y su puño directo a mi rostro, pero levanté mi mano y lo detuve denuevo sin mucho esfuerzo, mi mirada no dejaba la seriedad y con esa misma lo volteé a ver lentamente.
—Deberías rendirte, solo te humillas—dije.
Aún en el aire, me lanzó una patada pero la detuve con mi otra mano, hice que diera una vuelta y doblé todo su cuerpo, lo tiré con fuerza hacia el suelo y con mi pie pisé su cabeza.
—Cambio de planes: tráeme a la