Capítulo 25
El silencio en el auto era incómodo. Solo se escuchaba el motor, estaba muy agitada mis manos parecían de gelatina, mientras mi cuerpo sudaba por los nervios.
Miraba por la ventana para escapar de la mirada inquisidora de Mike . Sentía que todo mi mundo temblaba, solo por amar a alguien como Santiago.
Tenía que empezar a ordenar mis pensamientos, poner en orden mi cabeza que solo pensaba en mi amor por el, solo quería llegar a casa.
—Luisa —dijo él, con la mirada fija al frente. Estaba molesto o quizás decepcionado—. Quiero que me digas la verdad. ¿Eres la amante de Santiago?
Sentí un nudo en el estómago. No supe qué decir, Me incomodaba la pregunta, porque la respuesta el la sabía y era vergonzosa , negarlo era inútil Pero aceptarlo dolía.
—Dímelo —insistió—. Mírame y dímelo.
—Llévame a casa, por favor —le pedí en voz quebrada, sentía como mi garganta temblaba —. No quiero hablar.
—No soy tonto —respondió, Se notaba que estaba conteniéndose para no gritarme, para no deci