CAPITULO 7 TU LO SABES

Me habia maquillado lo mejor posible, para disimular mis ojeras, no había podido dormir, pensando en cómo había lastimado a Armando, y para colmo, ahora Alejandro estaba enojado conmigo.

Ese día, de improviso, apareció su esposa por la oficina, mientras revisábamos un documento, yo estaba de pie, muy cerca de él, haciendo anotaciones en mi libreta.

Ella solo entró y carraspeó. Levantamos la vista al mismo tiempo.

- Espero no interrumpir nada, Alejandro. - dijo mirándome.

- No querida, - respondió, seguro de sí mismo - ya estabamos terminando - después se dirigió a mí, con voz tranquila- necesito que corrijas el documento como te dije y lo revisamos de nuevo, no puede tener errores o nos afectará, ¿entendido?.

- Si señor, lo redactaré de nuevo - dije llevándome la carpeta. - Buen día señora Frida, ¿puedo ofrecerle un café?.

- Claro, gracias.

Salí rápidamente de ahí, su esposa parecía molesta, preparé el café y después se lo llevé.

- ¿Se les ofrece algo más? - pregunté lo mas tranquila posible.

- De momento no, ya puedes irte - contestó Alejandro, mirando a su esposa - y, no nos interrumpas.

Cerré la puerta, con la esperanza de que no estuvieran hablando de mí, aunque debo admitir que me hubiera gustado mucho escuchar su conversacion.

Ella salió un rato después, con una expresión consternada, y pasó junto a mí, sin decir nada.

Se encontró casualmente con Armando antes de irse, hablaron por un momento y después ella se fue.

Él me miró por un instante y entró nuevamente a su oficina.

Pasó un rato y después Alejandro me llamó.

- Sofía, ¿ Ya tienes el documento? necesito revisarlo y firmarlo, debo irme y quiero que quede listo.

- Si, si, ya está señor. - Entré a su oficina, revisó el documento a fondo y lo firmó, tenía una expresión pensativa, pero no me atreví a preguntarle nada, dada nuestra situación actual.

- Bien, copialo, y mañana lo envías. - y agregó - si quieres puedes irte temprano, ya no regresaré.

- Gracias - dije confundida.

*

Tenia un mundo de trabajo, por más que quise adelantar para irme temprano, no pude, así que decidí quedarme un par de horas más, redactando los últimos informes, y organizando algunos documentos.

- Sofía, creí que ya te habias ido- su voz me sobresaltó, ya que estaba muy concentrada.

- Me asustó, señor.

Se inclinó hacia mí, apoyando sus manos en mi mesa.

- Te dije que no me digas señor, me haces sentir viejo, ¿te falta mucho?.

- Ah, no, ya solo tengo que hacer algunas impresiones y me voy.

- Bien, te esperaré.- se cruzó de brazos, apoyándose en una mesa cercana.

- No es necesario, no se moleste.

Solo se quedó en silencio, observándome, me sentía tan incomoda, traté de actuar como si no estuviera, porque me ponía muy nerviosa con su presencia.

- Listo, terminé - puse los documentos en una carpeta y la llevé a la oficina vacía de Alejandro, él los revisaría por la mañana.

De pronto, sentí la presencia de Armando detrás de mí, me giré y me miraba de forma intensa.

- Tú debes saberlo.

- ¿De que me hablas? no te entiendo.

- Tú sabes quién es la amante de mi hermano.

Trague saliva, él no podía saberlo, ¿cómo podría saberlo?

- ¿Como dices?¿Una amante?,- traté de sonar indiferente. - El señor Alejandro prácticamente vive aquí, ¿Cómo podría tener una amante?, Además ¿ De dónde sacaste eso?

En ese momento caí en la cuenta de que, a eso había venido su esposa, tal vez lo había confrontado y él lo habría negado.

- No importa cómo lo supe - me miró intensamente - tú sabes todo de él, así que debes saberlo.

- Yo, no sé nada, solo me limito a trabajar para él.

Además no lo sé todo, no sabía de su viaje a la playa, hasta que tú me lo dijiste.

Me miró fijamente.

- Tendré que creerte, pero, si me entero que lo sabías, y no me lo dijiste, me enojaré mucho contigo.

Probablemente iba a hacer más que enojarse conmigo, creo que me odiaría para siempre.

- Te acompañaré, ya es un poco tarde, y no quiero que te vayas sola, y no acepto un no por respuesta.

Caminanos hasta mi auto, me quitó las llaves y abrió la puerta del copiloto.

- Disculpa, sé conducir, no necesito que me lleves.

- Te dije que te acompañaría, solo sube y ya.

Rodé los ojos, y subí, él condujo hasta mi casa y nuevamente me acompañó hasta la puerta, abrí, pero me resistí a invitarlo a entrar.

- Sofía, - detuvo la puerta con su mano, tenía una mirada pensativa, queria decirme algo - nada, te dejaré descansar. - me besó en la mejilla, y se marchó.

Habia querido besarlo, y decirle todo, pero, ahora, debía pensar, y tenía que fingir que no sabía nada, tarde o temprano me enteraría de lo que había pasado, y de cómo se había enterado, solo esperaba que Alejandro no me despidiera, y sobre todo, que Armando nunca se enterara.

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