Uno de los miembros de la servidumbre condujo a Lieve hacia el área norte, donde la dejó en manos de una de las encargadas de cuidar y custodiar a las jóvenes omegas seleccionadas. Le explicó que el general había solicitado su acogida allí, y la mujer siguió la orden al pie de la letra.
Al cruzar el umbral, Lieve confirmó que los rumores sobre la vida lujosa de las seleccionadas eran completamente ciertos, y quizás incluso se quedaban cortos. Aquella ala del palacio era diferente a cualquier otra que hubiera visto antes, incluso más hermosa que la que ocupaba el rey. La decoración, sin duda, estaba diseñada para realzar la feminidad y el encanto de sus residentes.
Las paredes estaban adornadas con tonos suaves de rosa, lavanda y marfil, creando una atmósfera acogedora y serena. A lo largo de los corredores, enmarcados por molduras doradas, se alineaban las habitaciones de las jóvenes omegas, cada una decorada con flores frescas que desprendían fragancias embriagadoras. Rosales, lirios