Carlos

—¿Qué demonios, Gerard? —le pregunté apenas Iris y Violeta desaparecieron por el pasillo. Pero el cabrón solo se rio, como si mi enfado le causara gracia.

—¿Y ahora qué, Carlitos? ¿Nuestro rey todopoderoso no puede con un viajecito en carro con su ex y su nueva pareja? —se burló— ¿Cómo esperas manejar un reino si no puedes con dos mujeres que ni te han hecho nada?

Suspiré, harto de sus tonterías.

—Todavía no entiendo qué vio mi hermana en ti, y es la última vez que te cuento algo; no puedo creer que le dijeras a Violeta, ahora va a estar jodiendo con eso por semanas.

—Sabes que le cuento todo, no te hagas. Si no querías que se enterara, no me lo hubieras dicho —se encogió de hombros y tuve que aguantarme las ganas de meterle un puñetazo—. Y no finjas que no me querías desde antes que tu hermana. Pero hablando en serio, Iris es hermosa y se ve que es una buena persona. ¿Ya pensaste si vas a decirle lo que significa para ti?

Pues ojalá fuese tan fácil.

—Aún no puedo, el último vín