Alek Vólkov
Terminé de abotonar mi camisa con impaciencia y por enésima vez miré el reloj en mi muñeca izquierda comprobando que solo faltaban pocas horas para que Dasha llegara a casa.
Salí de mi habitación rápidamente y fui hasta la cocina, encontrándome en el trayecto con varios de mis empleados corriendo de un lado a otro, preparando la cena y, a su vez, dejando todo en perfecto orden. Cuando me vieron, me saludaron con educación y siguieron en lo suyo, yo por mi parte, solo los miré con cara de pocos amigos y posteriormente subí mi mano izquierda a la altura de mi cara señalandoles el reloj.
Si Dasha llegaba a casa y los encontraba en la cocina preparando la sorpresa que tenía para ella, los despediría a todos sin pagarles ni un solo centavo.
Se suponía que a esa hora ya todo debía estar listo y aún estaban en mi cocina terminando de preparar la jodida comida con la que pensaba sorprenderla.
¡Joder!
Caminé hasta el comedor y sonreí al notar como la mesa se encontraba perfectamente