(Maratón final)
Alek Vólkov}
5 años después.
Me senté en la incómoda silla de juguete y evite a toda costa verle la cara a Dasha, pues sabía que se estaba burlando de mí y no quería darle a entender a mi hija que me sentía incómodo con aquel vestido de princesa.
Ellas obviamente se veían hermosísimas, parecían toda unas diosas, pero yo parecía un tuqueque todo pintado, con peluca y un vestido que le quedaba mejor a la loca de la esquina que a mí.
Tomé la pequeña taza de té que me ofreció mi hija y sonriendo con falsedad le di un pequeño sorbo antes de dejarla nuevamente encima de la mesa.
—¿Gusta un poco de galletas, princesa rubiola? —me preguntó y estuve tentado a decirle que no, pero al verle la cara a Dasha, cambié rápidamente de opinión y asentí.
—Quiero muchas galletas, princesa Aleksandra —le dije con falsa voz de mujer y Dasha ahogó una carcajada.
La miré mal y juré que me las pagaría, pues yo debería estar en el campo de golf con Logan, Evan y Vlad jugando un rato, no