(Maratón 10/13)
Alek Vólkov
Mastique con fuerza y de un solo trago me bebí el café que tenía frente a mí, el mal humor que tenía era incontrolable y ni siquiera Dasha podía ayudarme a relajarme en ese momento.
El idiota de Sergei la había hecho llorar con sus comentarios de mal gusto, algo que me juré no dejaría pasar por alto, pues no pensaba permitir que nada ni nadie dañara a mi mujer y menos embarazada.
Sabía que las emociones fuertes para ella no eran buenas, por lo que me había preocupado más de lo normal al notar como lloraba desconsoladamente luego de haber colgado aquella llamada.
Misma que había escuchado de principio a fin, solo que no quise interrumpir para poder tener todos los detalles para mandarlo al cielo. Y, gracias a Dios, tenía las razones suficientes como para hacerlo en un santiamén.
Dasha había intentado aparentar que nada ocurría cuando finalmente había hablado, pero yo no era idiota y eso era algo que ella sabía, por lo que optó por la mejor opción.