Juan nunca había visto a Lina actuar así. Desde que pidió el divorcio, su comportamiento era cada vez más atrevido, como si estuviera fuera de control.
—Eres tan malvada, cómo te atrevió a abofetear a una mujer embarazada. ¿Cómo te convertiste en una persona así?
Lina dijo en tono despreocupado: —Porque eso soy. —Y dijo fríamente: —¿No deberíais largaros de aquí ahora?
—Lina, por favor, vigila su actitud. —La cara de Juan se tensó.
—¿Qué? ¿Creéis que aún me arrastraré y me disculparé ante vosotros? —Lina rió suavemente y dijo con tono sarcástico: —¡De ninguna manera!
—Juan, me duele el abdomen...—Dijo Elena con un delicado sollozo en brazos de Juan.
Su rostro estaba pálido y débil, el lado derecho de su cara estaba cubierto de lágrimas. Su mano, sin embargo, protegía su abdomen, y parecía a punto de desmayarse.
Juan frunció el ceño y dijo: —Te llevaré al hospital.
Se agachó para recoger a Elena y la multitud le abrió paso de inmediato. Tras unos pasos, se detuvo y se volvió ha