De vuelta en la empresa, Lina delegó temporalmente los proyectos menos urgentes a Oswaldo. Ella misma tomó los documentos relacionados con el desfile de moda y se sumergió en su lectura.
La noche cayó sobre la ciudad, pero las luces en la oficina principal de Grupo ACE aún estaban encendidas.
Leandro llevó una pila de documentos y subió a la oficina principal. Al mirar a través de la ventana, vio a Lina inmersa en su propio mundo. Los ojos de Leandro se suavizaron al verla.
Golpeó la puerta y entró.
Al entrar, vio los diseños esparcidos por el suelo. Leandro se agachó y recogió uno a uno los papeles. Mientras tanto, Lina, mordiendo el extremo de su lápiz, tenía una expresión de preocupación en el rostro.
Cuando vio a Leandro, todas sus defensas colapsaron.
—¡¿Qué hago, Leandro?! No tengo inspiración, no puedo dibujar nada— exclamó Lina.
Leandro recogió todos los diseños, los organizó y luego se acercó a ella.
—Si no puedes dibujar, descansa un poco. No te fuerces demasiado.
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