Capítulo 121 —La grieta estaba creciendo
Narrador:
La casa estaba en silencio. Sasha se había encerrado en su cuarto sin terminar de cenar, y Amalia, con su sabiduría de siempre, no hizo preguntas. Roman subió las escaleras despacio, arrastrando una culpa que no venía por lo que dijo, sino por no haberlo visto venir.
Cuando abrió la puerta del dormitorio, no la encontró leyendo. No estaba cambiándose. Ni siquiera sentada en la cama.
Aylin estaba en el suelo, junto a la ventana, abrazada a sus propias rodillas, con la frente apoyada contra ellas. El llanto era contenido, pero constante. No había sollozos ruidosos, no había palabras. Solo lágrimas cayendo sin pausa.
Roman cerró la puerta sin ruido. Se acercó sin decir nada y se agachó frente a ella. No la tocó enseguida. Solo la miró.
—Aylin…
Ella alzó el rostro apenas. Los ojos estaban rojos, la piel manchada por el llanto.
—Estoy bien —murmuró, con una voz que no convencía a nadie.
—No lo estás —dijo él, con firmeza, y se sentó frente