Fueron solo dos palabras. Pero me rompieron.
Porque no sabía lo que sentía. No sabía si era verdad, si era justo, si era cruel.
Solo supe que… esas palabras me llenaron. Me quemaron. Me sanaron. De alguna forma me hicieron sentirme… bien.
Y por un segundo, solo por ese segundo… me sentí feliz. Estaba por responder. Cuando tocaron el timbre, se aleja de mi prometiendo volver.
―¡No. ahora mismo me va escuchar esa perra!. ―la voz de una mujer capta mi atención. Se oye furiosa. ―¡Tú eres mi prometido y no voy a dejar!...
Una mujer alta, mucho mas que yo abrió de golpe la puerta y se quedó muda al verme. Fue tan solo un breve segundo cuando suelta una risa burlesca que ahoga rápidamente mientras se me mira a mi y luego a él.
―¿Qué diablos significa esto? ―exclama desconcertada. ―Esto tiene que ser una broma, ¿me engañas con una gorda?. Tiene que ser una maldita broma. Pensé que me engañabas con aquella sarrapastrosa pero con una gorda. ¿Enserio te rebajaste tan bajo? No puede ser. Es que n