Brenda observó a Andrés. Su cabello claro y su traje elegante lo hacían destacar entre todos los hombres presentes. No podía evitar notar su atractivo y sobre todo su riqueza. No podía permitirse siquiera pensar en que su amiga Victoria sé que quedara con él, la veía insignificante y poca cosa para un hombre como Andrés Castillo, un poderoso apellido en la ciudad.
Victoria era encantadora y dulce, pero no tenía la misma ambición que Brenda. Brenda sabía que, si lograba apartar a Victoria del camino, tendría una oportunidad con Andrés. Así que comenzó a maquinar su plan malévolo.
Brenda, con cierto descaro y sin vergüenza se acercó a Andrés. Sus ojos brillaban con malicia mientras le hablaba de lo hermoso de la ciudad y que, si necesitaba un guía, ella estaba dispuesta a prestar su ayuda. Brenda estaba tejiendo su telaraña, y ahora solo el tiempo diría si lograría atrapar a Andrés por completo. Pero una cosa era segura: la amistad con Victoria estaba en ruinas, y Brenda no se detendría hasta conseguir lo que quería.
Con asombro, Rebeca vio las intenciones de Brenda, le coqueteaba descaradamente a Andrés delante de Victoria y este estaba muy encantado con ella, tanto así que ellas parecían ser invisibles.
Andrés, el hombre que Brenda, Rebeca y Victoria habían conocido hacía apenas unas horas, ahora estaba sentado frente a Brenda. Victoria no podía evitar compararse con ella. Brenda era una mujer atractiva, con una confianza que irradiaba en cada gesto. Sabía cómo moverse, cómo hablar y cómo coquetear. Victoria, en cambio, se sentía torpe y fuera de lugar.
El corazón de Victoria latía con fuerza mientras observaba la complicidad entre Brenda y Andrés. ¿Por qué él la había elegido a ella? ¿Por qué no a Victoria? Las dudas la atormentaban. ¿Acaso no era lo suficientemente atractiva? ¿No era lo bastante interesante?
Brenda se inclinó hacia Andrés, sus labios rozando su oído mientras le susurraba algo. Victoria no podía escuchar las palabras, pero la expresión en el rostro de Andrés decía mucho. Se levantó de la silla y tomó la mano de Rebeca, quien miraba estupefacta la escena. Victoria sintió un nudo en la garganta. Tenía que irse, no podía soportar seguir viendo cómo Brenda se llevaba a Andrés.
Con determinación, Victoria se puso de pie, haló con fuerza a Rebeca, que emitió un gritico ahogado por la fuerza con que la levantaron de su silla. Las dos amigas salieron rápidamente del restaurante, Victoria no quería ser testigo de su propia humillación. No quería seguir pasando vergüenza. Brenda había ganado, y Victoria se sentía derrotada.
Rebeca caminaba al lado de su amiga Victoria, sintiendo que le dolía el alma. No podía creer lo que le habían hecho Brenda y el tal Andrés. Deseaba consolar a Victoria y decirle que todo se arreglaría, que todo estaría bien, pero la veía demasiado triste y callada. Era mejor dejarla hacer su duelo, que llorara y se desahogara.
De repente, Victoria se detuvo y miró a Rebeca por un momento antes de hacerle una pregunta.
__ ¿Es que acaso soy muy fea? ¿Soy la mujer más fea del mundo? preguntó Victoria.
Rebeca la miró con sorpresa. __ No, tú no eres fea, respondió.
__ Es solo que no te arreglaste lo suficiente. Nosotras te dijimos que te echaras un poco de maquillaje, pero tú no quisiste.
Victoria se sintió humillada.
__ Esto es muy vergonzoso, murmuró.
__ Ya solo falta que me caiga un rayo o que me orine un perro. Así completaría lo terrible de mi vida.
Rebeca intentó consolarla. __ No digas eso. Mira que Dios puede castigarte.
Pero Victoria estaba en su propio mundo de desgracia. __ ¡Ya basta, Rebeca! ¡Que más castigo que este! En ese momento, como si estuviera mandado por el destino, un cachorrito apareció de la nada y se acercó a Victoria. Levantando una de sus patitas, el pequeño perro orinó en los pies de Victoria.
__ Pero ¿qué es esto? ¡Eres un niño muy malo! exclamó Victoria, persiguiendo al cachorro con la intención de castigarlo y tener una fuerte discusión con su dueño. Sin embargo, el cachorrito fue más rápido y se escabulló en un conjunto residencial, burlándose también de Victoria en ese momento. Mientras tanto, Rebeca reía a carcajadas por todo lo que le estaba pasando a su amiga.
El dueño de aquel pequeño perro lo estaba buscando hacia una hora y este que era bastante travieso se salió del conjunto residencial para aventurase en las calles encontrándose con Victoria que luego del incidente quiso cobrar venganza. No quiso ser visto por la molesta joven que venía corriendo a toda marcha lanzando insultos al aire; en verdad no quería encontrarse con esa fiera salvaje, si los encontraba a los dos, era capaz de fuetearlos por igual.
De regreso a casa se fueron en autobús, puesto que el coche era de Brenda, quien sabía conducir muy bien. Tenía que tratar de olvidar este día, se metería de lleno en sus estudios y en lo que más le gustaba hacer, bailar. Bailar era más que una pasión para Victoria y la utilizaría como terapia para olvidarse del tal Andrés como ella lo apodaba y de la traidora y farisea Brenda.
La búsqueda de empleo para Victoria ya había comenzado unos meses antes. Ya había terminado su carrera como publicista y se sentía preparada para trabajar. Entre todas las llamadas que había recibido de posibles trabajos, ninguno ofrecía un salario mínimamente serio, y en realidad, ella sentía que valía mucho. Estaba preparada profesionalmente, había sido la mejor de su clase con excelentes notas, por lo que se sentía muy valiosa. Por momentos sentía la necesidad de dirigirse a la empresa de su padre, para pedir el empleo soñado, total era hija de Antonio Caballero, el dueño y señor de la empresa, la cual tenía más de cien empleados y había sido mencionada en revistas y periódicos de la ciudad como una de las empresas de publicidad más prósperas del país, pero el orgullo la detenían, tenía muchos años que no sabía de él y presentarse así como si nada, de seguro sufriría una gran decepción y posiblemente humillaciones y burlas por parte del personal directivo que no sabían de su exist
Brenda estaba viviendo los mejores días de su vida. Andrés era un hombre guapo, adinerado, fogoso y encantador. No había un día que no la llenara de regalos ¡costosos! Cosa que le agradaba sobremanera. No sentía culpa por quitárselo a Victoria en las narices, pero —pensándolo bien— solo era una cita; ellos no tenían nada, y total, Andrés se fijó en ella y no en Victoria.En estos meses de intensa pasión, Brenda y Andrés pusieron fecha para su boda. No había que esperar para dar el sí; se amaban, se deseaban, se gustaban. Andrés tenía todo para hacer feliz a Brenda y darle el mundo si ella se lo pedía.—Vic, querida prima, quiero ofrecerte un trabajo con el que ganarás un buen dinerito ahora que estás nuevamente desempleada.—Cálmate, primo empresario. Solo llevo un día sin empleo, y, además, he pensado en ir a la empresa de mi padre, buscarlo y pedirle un empleo digno.—Eso está bien, pero necesito tu ayuda en esto. Bianca y yo necesitamos expandirnos, mostrar nuestro negocio, y pensa
La llegada del dueño de la empresa tenía todo patas arriba. Se rumoraba que, por su boda, les haría buenos regalos a sus empleados.Todos afirmaban que era un hombre muy generoso con sus empleados y colaboradores, y pronto estaría en la ciudad para contraer matrimonio con su joven prometida. Además, los chismosos también decían que todos sus empleados estaban invitados al magno evento, en el que se casaría con la mujer que le había flechado el corazón.Mientras daba los últimos retoques a una pieza gráfica publicitaria para los nuevos autos en el mercado, Victoria escuchó la algarabía de los empleados. Todos salían de sus oficinas y se dirigían al gran salón principal, donde se realizaban las reuniones y las fiestas de la empresa. Pensó que era algún simulacro contra terremotos o algo parecido. Fue la última en salir de la oficina y dirigirse al salón.Qué gran sorpresa se llevó Victoria. El jefe del que tanto se hablaba en esos días era nada menos que Andrés, el hombre que la había d
Victoria y toda la familia estaban preocupados por David y Bianca. Se habían endeudado para colocar su nuevo proyecto, un salón de eventos llamado Dubái. No les estaba yendo mal, pero necesitaban un empujón más de capital y su padre se lo había negado alegando que no estaba para perder dinero. Victoria quería ayudarlo, ya que era el único de la familia que se preocupaba por ella, su tía y primas la odiaban. Tomó su teléfono móvil y decidió buscarlo para ver qué se podía hacer con el negocio y evitar perder todo lo que ya se había invertido, lo peor, quedar con grandes deudas.-David, ¿dónde estás?-Hola, Vick, estoy en el salón de eventos. Estoy buscando una salida a este problema.-Ok, quédate ahí, voy en camino. Necesito que hablemos seriamente, tú y yo.David la estaba esperando en su oficina para ver qué era eso tan importante que su prima tenía para decirle.-Vick, me tienes en ascuas, pensando en qué tienes para decirme. __ David, sé que le pediste ayuda a tus padres y dijer
Victoria estaba decidida a irse de la ciudad y regresar a su pueblo. No estaba dispuesta a ver a Brenda y a Andrés todos los días en la empresa, demostrando su amor, pues eso le resultaba humillante. Ya se sentía como una tonta perdedora, y eso era más que suficiente. Sin embargo, antes debía ayudar a David con la publicidad de Dubái y con una propuesta comercial de la empresa en la que trabajaba, relacionada con la bebida energizante Iceberg. Realizaría esas dos tareas pronto y, después, se marcharía a su pequeño pueblo, Purísima.Debía presentar hoy la propuesta de la bebida energética Iceberg ante los empresarios. Se elegiría la mejor entre más de 10 propuestas presentadas por varias empresas de publicidad. RGBRANDING tenía tres propuestas, y las tres participarían. Victoria presentaría una que había sido seleccionada por varios altos ejecutivos.Muy temprano, Victoria ya estaba repasando su propuesta: "Iceberg, más cerca de ti". Se había levantado temprano para poner en práctica l
El Dr. Andrés Castillo, quien acababa de llegar a la empresa, había leído varias de las propuestas durante el vuelo mientras se dirigía a la ciudad. Le había gustado una y le había dado el visto bueno, pero, por desgracia para él, esa no fue la que la junta directiva escogió. Quiso ponerse al tanto de lo sucedido en su ausencia y solicitó a la secretaria la grabación de las propuestas y toda la información disponible en formato digital.Se interesó por la propuesta ganadora. Había que averiguar ¿por qué había ganado? Lo que le llamó la atención fue la expositora; no la había visto antes en la empresa, pero su rostro le parecía familiar. Se dirigió a recursos humanos con la carpeta que le habían entregado con la información de la reunión. Estaba molesto, ya que no contestaron sus llamadas para que le trajeran el currículum de esta empleada. En ese momento, su móvil sonó, y se dispuso a contestar sin darse cuenta de que alguien venía hacia él con muchos documentos en las manos, que le i
Victoria, bastante molesta y herida en su ego, tomó lo poco que tenía en la oficina y se dispuso a marcharse.Su amiga Rebeca la acompañó en silencio, mientras los demás empleados las observaban y murmuraban terribles cosas sobre ella. ¿Cómo era posible que hubiera abofeteado al jefe? ¡Él era un mal jefe, un desgraciado! Pero… ¿golpearlo? Y aunque los murmullos no cesaban, en el fondo estaban felices, por fin alguien le había dado su merecido al ogro Andrés Castillo. __ Rebeca, amiga, préstame tu auto, ¡yo te lo llevo hasta tu casa después de llevar mis cosas a la casa de tía Helena! __ ¡Pero… tú no sabes conducir muy bien, además no tienes licencia! __ No va a pasar nada, ¡ya Dios me ha castigado lo suficiente! ¡Debe estar ocupado con alguien más a quien joderle la vida!Rebeca, sin querer, le dio las llaves de su auto a Victoria. No quería enfrentar la furia de su amiga en ese momento. Si había golpeado a Andrés, que era el jefe, ¿qué haría con ella, que solo eran amigas?
Brenda maquinó su plan en contra de su ex amiga. Había golpeado a Andrés delante de todos, y además parecía estar persiguiéndolos. Victoria debería darse por vencida. Andrés la había escogido a ella, debía rendirse y huir en busca de su propia felicidad. Estaba feliz de que Andrés la despidiera, pero pensándolo bien, era mejor y mucho más placentero verla sufrir. Quería restregarle en la cara su felicidad, que sintiera envidia, que sintiera rabia de ver cómo ellos eran felices y, sobre todo, que se diera cuenta de que ella ahora sería muy adinerada al casarse con ese acaudalado hombre. Y, lo más importante, que se convertiría en su jefe inmediato, así podría humillarla a su antojo.Se despidió con un apasionado beso de su prometido y dijo que se encontraría con Karoll para continuar buscando el lugar perfecto para la boda. __ Salúdame a mi querida hermanita. __ Ok, amor.Brenda corrió a la oficina de recursos humanos, necesitaba hablar con Martha urgentemente. Entró a la oficin