El viento soplaba con fuerza en el campo de entrenamiento, levantando polvo y hojas secas mientras el sol estaba en su punto más alto.
Rachel observaba nerviosa a los otros participantes. Todos se alineaban en la pista, sus cuerpos estaban tensos y listos para la última prueba del día.
Ella, en cambio, no estaba lista. No se sentía preparada para enfrentarse a su mayor miedo: la transformación. Nunca había logrado sacar a su loba, Zahira, y la presión de hacerlo en ese momento parecía insuperable.
Cruzó los brazos sobre su pecho, intentando ocultar su ansiedad.
Sabía que todos la observaban, esperando a que fallara, a que demostrara que no pertenecía a ese lugar. En especial Thomas y Gamaliel, cuyas miradas críticas no se apartaban de ella.
Zahira había estado silenciosa desde hacía minutos, y eso solo hacía aumentar su ansiedad.
—No puedo hacerlo —murmuró Rachel, apretando los dientes mientras miraba a Zahira en su mente—. Nunca me he transformado. Esto va a ser un desastre.
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