—Creo que no me entiendes, anciana. —la mirada de Seth rivalizaba con la de un gángster que cobra una deuda. —Si yo quiero que esa chica friegue el piso de mi baño lo hará. No tienes el poder para llevarme la contraria.
—Lo lamento, señor… —Helen bajó la cabeza, estaba temblando de miedo, la reputación de Seth lo precedía, era malicioso y cruel en casi todas las ocasiones. —No puedo otorgarle a la chica.
Helen no podía decir más. La reina le había prohibido revelar que ella era quien estaba detrás de todo, mucho menos a Seth.
—¿Por qué? —preguntó Seth, arrinconando a la anciana y prácticamente estrangulándola con la mirada. —Comienzo a perder la paciencia.
Soltó un gruñido que la aterró. La mujer trató de huir hacia el pasillo, pero él la detuvo. Zack y Sam estaban a un costado, sin decir nada. Sam tenía tanto miedo que no podía siquiera llorar o temblar, estaba paralizada por completo. No sabía cual sería su crudo destino.
—Oye, Helen. —Mina llegó junto a ellos, recién se había dado