Capítulo 15

Agarra mis muñecas y las coloca rudamente por arriba de mi cabeza, manteniéndolas prisioneras. Todo mientras alineaba su polla en mi abertura, Abel tenía una enorme polla, eso lo acababa de comprobar, pero no lo comprendí bien hasta que empezó a empujar dentro de mí, lento y constante, sin problemas ni interrupciones, como todo un jodido maestro.

—Deliciosa… maldita sea…

Me retorcí sobre la cama escuchando sus palabras, la sensación de sentirse llena, templada con pequeñas punzadas de dolor estirándome a lo ancho era un verdadero deleite. Levanté la mirada y sus ojos se anclaron sobre los míos, una máscara de determinación y deseo que me abrumaba se colaba por sus perfectas facciones varoniles.

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