Exaltado y enojado.
Las horas pasaban y el recuerdo de ese niño, con su pequeña e inofensiva mano lastimada con tinta, no salía de la mente de Steven y agitaba su pecho, pues no tendría que estar pagando por los errores de una desquiciada e irresponsable mujer que no hacía más que joderle la vida a los demás.
Molesto e indignado, tomó su celular y llamó a su hermano. Él pensaba que se encontraba en control de calidad.
—¡Hola! ¿Todo bien? Continuó ocupado, pero ya el pedido para los rusos será embarcado. Ellos han venido en persona para recibirlo y apreciar más de cerca su compra.
—¡Excelente noticia! ¿Te falta mucho tiempo para regresar? —Louis conocía muy bien a su hermano y sabía que su respiración no estaba normal.
—Ya entregué todo y voy de regreso ¿Qué sucede? Te conozco y tienes algo para decirme.
—Sí, pero quiero que sea en persona, así que descuida, puedo esperar a que estés de regreso.
—Bien, entonces nos reunimos más tarde, en cuanto llegué a la empresa te busco para que hablemos. Puedes guarda