Una vez en la casa, Steven no se apartaba de su bebé. Era tan pequeña e indefensa, que no deseaba apartarse en ningún momento para cuidarla, brindarle calor de padre y transmitir esa compañía que la mantendría segura, él no quería que lo extrañara ni por un momento.
—Hora de alimentar a Stefania —se presentó Yuli con sus senos llenos de leche materna
—Ya íbamos de camino a buscarte.
—¿Se estaba portando mal?
—Para nada. Es solo que ella tiene algo que entregarte.
—¿Cómo? ¿Qué dices? —respondió riendo, ya que le pareció gracioso.
Él la observó y al acercarse ella de inmediato vio que la niña tenía algo en la cercanía. Lo tomó y al abrir el sobre.
“¿Qué esperas para convertirte en mi esposa? Sabes que eres mi vida y la persona a la que nunca quiero perder.
Ella se dio vuelta y lo abrazó —No espero nada. Desde el primer beso estoy dispuesta a ser tu esposa y compañera de vida.
En ese momento se enlazaron en un beso que muy pronto fue interrumpido por el llanto de la pequeña pidiendo ser a